El novecentismo (1910) se asocia genéricamente a las vanguardias artísticas y literarias de comienzos del siglo XX que agrupa un conjunto de autores situados en la generación del 98.
Los escritores novecentistas eran escritores con una gran formación de manera que sus poemas y obras literarias están muy trabajadas y con un vocabulario muy rico. Hay una renovación del lenguaje y una huida de lo vulgar, lo fácil y lo monótono.
Se cambia la estructura formal del poema: renuevan completamente los recursos literarios expresivos, metáforas, la imagen y otros recursos se convierten en reveladores de una dimensión interior. El verso se presenta sin leyes métricas ni lógicas, regido por el juego, las similitudes y el azar. En sus poemas introducen referencias a la vida moderna y al desarrollo (modos de vida, preocupaciones, etc).
Pero el vanguardismo no fue ni mucho menos una tendencia unitaria sino que estuvo formado por una gran cantidad de movimientos, cada uno de ellos con peculiaridades, intenciones y técnicas propias. Tuvieron en común el deseo de crear un arte radicalmente nuevo y que rompiese definitivamente con el realismo (1914-1939).
Un ejemplo de una obra que recoja ideas vanguardistas es la que acabamos de leer hace poco: Tres sombreros de copa
Más tarde todas esas ideas serán recogidas por la generación del 27, con un gran autor importante como Federico García Lorca. También encontraremos el teatro de lo absurdo que es el que queda de las vanguardias después de la guerra que recoge muchas de sus características.
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